domingo, 20 de noviembre de 2011

Taganga (Colombia) destino del turismo sexual infantil

La música tecno retumba por todo el lugar, mientras hombres y mujeres de distintas nacionalidades bailan, fuman y beben licor. En la pista, dos chicas de unos 13 años, de piel negra y cabello ensortijado, mueven sus caderas al ritmo de la música con vestidos muy ajustados, robándose las miradas de un grupo de europeos, que a los pocos minutos se convierten en sus parejas.

Estas chicas, que pese a su corta edad no tuvieron ningún problema en ingresar a una discoteca de Taganga, balneario ubicado a unos 10 minutos en carro de Santa Marta, llegan en busca de turistas extranjeros para vender sus cuerpos a cambio de dinero o de irse del país para mejorar sus condiciones de vida.

La escena cada vez es más común en este pueblo de pescadores, habitado por 3.311 personas en un 60 por ciento bajo la línea de pobreza, que en la última década se ha convertido en destino de extranjeros que llegan atraídos, algunos por la belleza del paisaje, y otros por conseguir droga a bajo precio y tener sexo con menores.

Un estudio de la Universidad del Magdalena, denominado 'Caracterización de la Explotación Sexual Infantil en Taganga', revela que esta problemática está relacionada con la pobreza, la deserción escolar y los cambios culturales que generó la llegada del turismo internacional. Muchos niños quieren imitar el comportamiento de los extranjeros que andan con tatuajes, en chancletas y rumbean todos los días.

También está asociada a la venta de sustancias alucinógenas que, según el estudio, se consiguen en cualquier esquina de Taganga. Algunos de los expendedores usan a los niños para su comercialización en los hoteles y playas.

Según el estudio, socializado en junio pasado ante las autoridades locales, la explotación sexual infantil funciona gracias a redes en las que participan como intermediarios empleados de hoteles, vendedores informales y no pocas veces familiares del menor. "Muchas familias pobres les están inculcando a sus hijas que se casen con un extranjero para tener mayores ingresos o que ejerzan la explotación para que les lleven dinero todos los días", dice uno de los investigadores.

Los turistas que buscan tener sexo con menores son, en su mayoría, israelíes e ingleses, que prefieren a las chicas blancas o morenas, de entre 14 y 17 años, para pasar la noche y consumir droga. También hay casos de niños que sirven de acompañantes a homosexuales extranjeros o nacionales. Los sitios de encuentro son los hoteles, discotecas o la misma playa.

En Taganga, muchas de las niñas que son explotadas sexualmente viven en las faldas de los cerros o en sectores pobres como Hollywood, que los mismos pobladores consideran una zona de tolerancia porque hay expendios de droga y prostitución. No obstante, también llegan niñas de barrios de Santa Marta o del interior del país que son contactadas por proxenetas y otras que no son manejadas por ninguna red sino que ellas mismas ofrecen sus cuerpos.

Jaime Morón, director de la investigación, asegura que pese a que la explotación sexual infantil en Taganga es evidente, no se tiene un porcentaje de los niños o adolescentes que se encuentran en esa situación porque la comunidad es hermética y es muy riesgoso obtener información.

Advierte, además, que no existen planes efectivos de las autoridades para prevenir este problema. "Hay que atacar varios frentes. Por un lado cambiarle la mentalidad al tagangero del dinero fácil y mejorar sus condiciones del vida y por otro trabajar duro en la escolarización de los niños para que la deserción escolar disminuya", dice Morón.

Más sitios de excesos
En Santa Marta, los casos de explotación sexual infantil no solo ocurren en Taganga sino también en sitios como El Rodadero y el Centro Histórico, sin embargo, la comunidad no los denuncia. Esto, según, la jefe de la Policía de Infancia y Adolescencia en el Magdalena, teniente Jennifer Benavides, hace muy difícil que se pueda atacar esta problemática.

"La gente ve normal que un niño se preste para estas situaciones o simplemente no se atreve a denunciar", dice la oficial y añade que para prevenir la explotación sexual infantil están dictando charlas y entregando volantes en colegios y barrios para que la gente conozca cuáles son los delitos sexuales y los denuncien.

De igual forma, los fines de semana realizan operativos de vigilancia y control en hoteles, discotecas y establecimientos públicos, donde se pueda presentar esta problemática.

Hay un extranjero condenado
El inglés Paul Anthony Braislford fue condenado por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Santa Marta a pagar 20 años de cárcel y una multa de 500 salarios mínimos legales vigentes, tras ser hallado culpable de los delitos de acceso carnal abusivo con menor de 14 años, pornografía infantil y demanda de explotación sexual comercial con menor de 18 años. Las víctimas fueron dos hermanas, de 12 y 14 años, de Santa Marta, donde residía el ciudadano inglés desde 2005.

Braislford, de 64 años, fue capturado el 7 de febrero pasado en el barrio San José de los Campanos de Cartagena, luego de la denuncia que interpuso ante la Fiscalía su ex mujer. En los allanamientos a su residencia se encontraron fotografías y videos en los que el extranjero aparecía sosteniendo relaciones sexuales con menores.



Fuente: Paola Benjumea Brito para El Tiempo de Santa Marta

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